La Iglesia (II)

Un pillo empleado de los Ibáñez convenció a un novato director de hotel, que fue de la familia Fuentes-Pila, de que las vacas eran del empleado, que le iban a limpiar el parque, y acabaron con una guerra que no se sabe muy bien como empezó, si fue por un “por aquí este coche no pasa hasta que yo diga” en un puente hundido por otra guerra, esta de verdad, o si empezó con “álzate allá esta mano”, saludando a una bandera que era demasiado azul y poco monárquica.

Pero sigamos hablando del arma y no de la guerra, el caso fue que la iglesia resultó mas grande de lo previsto, no cabía en su terreno el ábside y era necesario un trocito de finca de los Fuentes-Pila, terreno que Dª Amelia no estaba dispuesta a dar para una obra patrocinada por su más, entonces, feroz enemigo.

Y lo de siempre, tira y afloja, “que yo no cedo”, “que esto es necesario”, que interviene hasta el obispo pensando que tan cristiana familia no iba a negar al pastor de la iglesia un trocito de tierra, lo que no esperaba el obispo era que su feligresa más fiel le dijera: “Señor Obispo, usted a mandar en su iglesia que en mi casa mando yo”.

Al final expropiación, que una cosa son los rezos y otra los negocios, tras un largo proceso de la familia más católica, más monárquica e importante del pueblo por la Santa Católica Madre Iglesia el templo de nuestra historia se vio convertido en arma y campo de batalla.

Lo bueno es que al final, de las guerras nadie se acuerda y tenemos un bonito “mausoleo-templo-neorrománico” del cual nos sentimos muy orgullosos y procuramos enseñar a nuestro amigos, olvidándonos, las mas de las veces del neo y haciendo trampas sobre los años.