Si bien jamás se me pasó por la cabeza esta visita, máxime cuando oyes en las noticias todo lo mal que está ese país y el peligro que se corre visitandole (mentira cochina), tuve la ocasión y me apunté. No diré que no haya zonas de peligro... pero por las zonas donde me moví y donde se mueve el turismo que va a Tierra Santa no hay ningún problema.
Me habían hablado de los controles de seguridad ya en Madrid..., efectivamente, unos controles y preguntas bastantes exhaustivos..., a mi no me molestó, bueno un poco, pero solo un poco. Pensándolo bien... va en beneficio de la seguridad de todos..., además fueron con educación y sin prepotencia, cosa que es de agradecer.
Fué el primer contacto con un grupo de gente estupenda con la que íbamos a convivir durante unos días en una tierra que para cada uno tenía y guardaba significados y sorpresas diferentes.
El vuelo... normal, con algún que otro "meneíto".
El aeropuerto Ben-Gurión... a-l-u-c-i-n-a-n-t-e. No recuerdo un aeropuerto más limpio y mejor organizado. Chapeau para ellos.
Si me pusiera, que me pondré pero no ahora, a hablar de la agencia, de los guías y del equipo que nos recibió y nos despidió... auténticos profesionales.
Y llegas a Tel Aviv y... "hay que darse prisa, están arreglando la calle y como las obras se hacen de noche para evitar molestias, cuando cae el sol se cierra la calle..." Obviamente, obras que no ocasionan ruido excesivo que moleste a vecinos y hoteles...
Pues nada, a cenar y ver Tel Aviv desde la ventana con las luces del añochecer y del alba.
