Ya sabéis que en este blog entre otras cosas estaba contando la historia de mi pueblo... ¡vaya! pues resulta que se me quedó en el tintero EL FERROCARRIL, importantisimo para el desarrollo de Puente Viesgo.
A veces, cuando me encuentro de humor, dejo preparados post... este le dejé preparado y se me olvidó subirle... ¡y encima con una foto mía!. Sé que sabréis perdonarme este inciso en la Historia de Cantabria, pero tenía que ponerle... Os gustará.

Se supone que eramos niños responsables a pesar de nuestra corta edad... aqui estamos "Pedrito (der.) y Sito (izq.) con pocos añitos comiendo tranquilamente un helado junto a las vías del tren. Seguro que sin necesidad de reloj sabíamos cuando llegaba el tren... Es una foto a la que tengo mucho cariño, y me acuerdo perfectamente de la camisa y los pantalones que llevaba... es una de esas cosas que no se te olvidan...
Bueno, y ahora a la historia...
FERROCARRIL
La estación era el punto de reunión de vecinos y bañistas, tanto es así que llegó a cobrarse billete de andén.
Había 8 trenes diariamente, el primero era a las 7 de la mañana, era dirección Ontaneda, y en él venían bañistas que se alojaban en Santander. Cuatro trenes eran los que llevaban dirección Ontaneda y otros tantos en dirección Santander.
La estación de Puente Viesgo era muy peculiar, en muchas ocasiones los billetes llegaron a darse fiados y mientras que en otras estaciones los billetes eran adquiridos por la taquilla, en ésta había que personarse directamente en la oficina a comprarlos.
Además de esto los maquinistas estaban “aburridos” con CHUS, EL JEFE, como viese que venía alguien a coger el tren, tanto bañista como vecinos en su mayor parte, cargados con las cestas para ir al mercado, retenía al tren y no le daba la salida hasta que el viajero subía al tren, parece ser que era la única estación en la que el tren esperaba a los viajeros y no los viajeros al tren, aunque, como es obvio no era práctica habitual.
Hay anécdotas curiosas de este entrañable personaje.
Cuentan que en una ocasión estaba preparando las cuentas por la noche y tenía la puerta de la oficina abierta, tenía varios amigos de juerga y muy bromistas entre los que estaba D. Joaquín Ibáñez, pues bien, entraron dos encapuchados a la oficina y le dicen:
“-Manos arriba, danos el dinero.
Él, creyendo que eran los amigos les responde:
-Dejaros de tonterías y largaros que tengo mucho que hacer.
Y los encapuchados se marcharon.
A la mañana siguiente se encuentra con los amigos y les dice:
-No volváis a gastar bromas cuando estoy contando la caja, que eso es una cosa muy seria y no es para juerga.
Los amigos sorprendidos le dijeron que ellos no habían hecho nada aquella noche. “
Parece ser que los “cacos” al creer que les había reconocido optaron por retirarse.
En otra ocasión los amigos le cogieron una gallina de su gallinero y le invitaron a cenarla, durante la cena riendo le decían:
“- Come, come que de lo tuyo comes.
El no sabía porque se lo decían. Al día siguiente le comentaron que había cenado una gallina de las suyas.
El les dijo que no, que las había contado al sacarlas por la mañana y estaban todas.”
Al poco se presentó una vecina, Dñª Manuela Mazo preguntando si había visto una gallina suya…, todos callaron.
Los “guasones” amigos al coger la gallina habían “acertado” a llevarse una gallina que se había colado en el gallinero de Chus, la gallina de la vecina”.
Hay muchas más anécdotas de este simpático personaje, pero se necesitaría una revista entera para el.